Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Cierre del acto de ingreso en la Academia como Académico del Ilmo. Sr. D. Francisco Santoyo González realizado por el Excmo. Sr. Presidente de la Academia



Excmo. Sr. Presidente de Honor de la Academia,
Excmo. Sr. Presidente de la Sección de Físico-Química,
Ilmo. Sr Secretario General,
Ilmo. Sr. Mateo Alarcón, hoy padrino del aspirante,
Excmos. e Ilmos. Sras. y Sres. Académicos,
Familiares y amigos del nuevo académico,
Sras. y Sres.

De nuevo nos encontramos reunidos hoy en Acto Solemne de esta Academia para disfrutar con la recepción de un nuevo miembro de número de la misma, en este caso de nuestro compañero y amigo el Ilmo. Sr. D. Francisco Santoyo González.

Como siempre, estos actos son motivo de alegría y satisfacción colectivos por lo que hoy me dirijo a ustedes cargado de ilusión y de esperanza con la única pretensión de ser capaz de contagiarles mi estado de ánimo.

Con frecuencia, ante estas situaciones, me he preguntado, y así lo he hecho ver a nuestro colectivo, sobre cuál debería ser el enfoque más apropiado de la intervención presidencial en estos casos.

Sucede que, a veces, los acontecimientos en los que nos vemos inmersos, ya sean de tipo social, político o institucional, son de tal envergadura que nos marcan directamente la pauta a seguir con lo cual el problema son los acontecimientos y no el enfoque del discurso.

Tal ha sido el caso de las tristes circunstancias que últimamente nos hemos visto obligados a vivir en nuestro país y que, por ello, guiaron mi intervención de hace algunos días en un acto de características idénticas al que hoy nos ocupa, la incorporación como Académica Correspondiente de Dª Lourdes Vega.

En aquella ocasión traté de comunicarles mi percepción y convencimiento de que, si los responsables políticos implicados en los acontecimientos que nos embargaban hubieran sido hombres y mujeres de Ciencia y que, por ello, hubieran tomado como Carta Magna de actuación precisamente el Método Científico, posiblemente no se habrían producido muchos de los lamentables incidentes y situaciones que nos venían y vienen entristeciendo.

Pues bien, hoy, después de leer, oír y analizar los magníficos discursos de ingreso y de laudatio con los que hemos podido deleitarnos, tengo la sensación de que, de nuevo, la Ciencia y los hombres y mujeres que la construyen nos brindan pautas de reflexión de las que todos deberíamos sacar doctrina.

En efecto, nuestro ya compañero finaliza su discurso de investidura marcando un paralelismo entre los comportamientos naturales y sociales y apuntando como la cooperación entre individuos y el hospedaje de los mismos constituyen los principios básicos sobre los que se cimentan la evolución y el progreso de los sistemas moleculares extrapolando este proceso a los planteamientos sociales.

En su curioso, pero muy interesante homenaje a la glucosa, dota a la molécula de la misma de la “inteligencia” necesaria para “entender” que asociándose puede llegar a conformar las micro-sociedades llamadas ciclo-dextrinas que obrando conjuntamente consiguen determinados fines, concretamente el hospedaje molecular tomando como base para el progreso la hospitalidad, es decir la cualidad de acoger al otro. Por suerte, a la glucosa no la dota nuestro compañero de la posibilidad de ser egoista.

Por desgracia esto no siempre es así en los comportamientos sociales, yo diría que no sucede con frecuencia, en los que el egoismo está siempre presente, lo estamos viendo actualmente en los acontecimientos que desgraciadamente estamos viviendo donde las posibilidades de asociación se quieren romper y el hospedaje se convierte en sentimiento de desprecio y repulsa.

No obstante, en nuestro caso, en el funcionamiento de la Academias, ambas ideas sí que pueden tomarse como base para la consecución de los objetivos prioritarios de las mismas, cobrando así la cooperación y la acogida el sentido de valores trascendentales indispensables para lograr el cultivo, logro y difusión del Conocimiento.

Por otro lado, nuestro hoy padrino, en su laudatio, nos saca a relucir como valor esencial de nuestro aspirante su rigor personal e intelectual, rigor que le ha hecho actuar siempre pensando en el desarrollo de la Ciencia y no sólo en su promoción profesional, en otras palabras, en hacer Academia, y por tanto sociedad, y no sólo currículo, entendiendo que lo segundo debe ser una consecuencia de lo primero y no al contrario, nunca me cansaré de repetir esto.

Todo ello en un contexto ciertamente complicado para el desarrollo y la promoción científica, ya que en el momento actual parecen potenciarse en sobremanera el individualismo y la competitividad exacerbada frente a la actuación en equipo y al sosiego profesional tan necesarios para el desarrollo del conocimiento.

Estos planteamientos vienen originando, según lo veo yo, comportamientos egoístas y pautas de actuación a veces incomprensibles, pero existentes, que no buscan sino las manifestaciones superfluas de valía personal y profesional; como diría Nietzsche: “Hay espíritus capaces de enturbiar sus propias aguas con tal de hacerlas parecer más profundas”.

Nuestro nuevo compañero nos hace ver con su trayectoria lo lejos que está de tales planteamientos y lo cerca de la honestidad profesional, lo que le ha originado a lo largo de su vida una gran pasión por la Ciencia y una entrega desinteresada al trabajo docente y a la investigación, planteamiento este que posiblemente haya originado también que su labor pasara algo desapercibida al no haberle dado su protagonista la opulencia a la que, por desgracia, se nos tiene acostumbrados.

Me consta que el Dr. Santoyo es un hombre profundo, pero también sencillo, sin parafernalias externas, tal vez por eso yo creo que es un hombre feliz, aunque la vida le haya dado algún que otro susto, pues como dice el proverbio Zen: “Es sencillo ser feliz, lo difícil es ser sencillo” y esa felicidad la comparte y fomenta, en primer lugar, con su familia, con sus mujeres: Mª Dolores, Teresa, Lola y Ana a quienes yo hoy quiero felicitar por el marido y el padre que tienen, y, cómo no, con sus compañeros y discípulos más cercanos, los que de verdad le conocen, porque también es cierto, todo hay que decirlo, que su sencillez viene acompañada de una buena dosis de… "timidez", diría yo, lo que origina que para conocer bien a Paco sea necesario “acercarse mucho”.

Al hilo de lo dicho, estoy convencido de que nuestro nuevo compañero hace suya, y pone continuamente en práctica, la idea de Popper cuando decía: “debemos aprender la lección de que la honestidad intelectual es fundamental para todo aquello que nos importa”, y a él le importa todo lo que hace, no les quepa duda.

Nuestro ya compañero termina su discurso asegurándonos su total compromiso y entrega en la puesta en práctica de los valores necesarios para trabajar en la consecución de los objetivos fundamentales de nuestra Academia, lo que yo, como su responsable actual, le agradezco convencido de que seguro que así será pues, entre otras cosas, yo mismo me ocuparé de que no olvide su promesa.

Muchas gracias a todos por su atención.

Se levanta la sesión.